Día 8. España es monocolor, vestida de morado. Riadas  de féminas inundan las calles de nuestra geografía. Feministas en su inmensa mayoría. A buen seguro, de pensamiento único en cómo reivindican. Cánticos y alguna que otra expresión soez. Jolgorio en definitiva.

Dos preguntas: ¿dónde estaba la mujer femenina y de pensamiento plural? Algunas había, pero fueron vilependiadas. Mujer contra mujer. ¿Buscan igualdad o supremacía?

Soy macho y por serlo defenderé el espacio que ocupo en la sociedad. Pero lo haré sin invadir el espacio de la hembra, siempre seré su más fiel aliado para defenderlo.

Soy hombre y defiendo el serlo y en ello estaré hombro con hombro con la mujer, defendiendo su condición de tal. Cuando ayer estas  gritaban «sin nosotras el mundo se para», pensé:  «sin los hombres también»

Por los genes de nuestros trogloditas antecesores nacimos hembras y machos. Más tarde la natural evolución, habiendo  superado  racionalmente a nuestros antecesores, nos convertimos en hombre y mujer. Hoy como ayer ambos sexos —tierra y simiente— son necesarios para la procreación.

Afortunadamente, en nuestra imparable evolución, el sexo sigue siendo un elemento diferenciador, pero nos hace más iguales el seso. Es decir, la capacidad de pensar,   la creciente racionalidad, sin dejar de ser hombre y mujer nos hace personas.

En nuestra sociedad lentamente, sí fue calando el pensamiento igualitario. Demasiado lento, sí. En pleno siglo XXI seguimos sin hacerlo una realidad tangible. Con justa razón desde al menos el siglo XIX, las mujeres vienen luchando por la materialización de tal igualdad en los derechos laborales, sociales, políticos y otros no menos importantes. Yo diría que la primera mujer que defendió tales derechos —lo cual no le impidió ser madre también— y conseguió y ejerció a pleno rendimiento fue la reina Isabel La Católica.

Hoy, sin embargo, una vez más se pusieron de manifiesto los maniqueísmos políticos y periodísticos. Su hipocresía como servidores de una opción política determinada. Manipuladores en pos de fines concretos nos alejan de esa igualdad que, por compleja, es incompleta. Lo está siendo en lo laboral. En la proyección de hombres y mujeres según su valía. La paridad no  es igualdad.

No creo en el feminismo, como tampoco en el machismo y en  otros «ismos». El creerlo sería no aceptar la sagrada condición de persona de hombres y mujeres, que es la que, como ya he dicho, nos hace iguales.

 

Sócrates (Alcalá) filósofo clásico griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo,...

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