Un vídeo recorre Internet desde hace días, animando a los alcalareños a asistir a la feria. Y es que desde hace tiempo, mucho tiempo, existe la idea generalizada de que aquí los locales no participamos de esta fiesta. Se achaca generalmente a la fecha, o al clima, pero casi siempre se pone el acento en el «carácter» de los alcalareños. Como si fuésemos más aburridos que el resto, o menos comprometidos con nuestras tradiciones.
Personalmente pienso que la afluencia a la feria es más o menos la normal, teniendo en cuenta el tamaño de nuestro pueblo. Y digo «pueblo», porque las fiestas solo involucran a los que viven en un lugar sintiéndose parte de él. Resten por tanto, a los 75 000 censados, los que viven Alcalá como una ciudad dormitorio y que conservan fuera sus familias y amistades. Y resten a los que sufren tanta precariedad laboral, social o residencial que simplemente no pueden sentirse parte del resto de la comunidad.
La afluencia a la feria refleja que hemos crecido más como ciudad que como pueblo. Que hay mucha gente censada, pero no hay una sociedad local integrada que comparta un sentimiento de comunidad y un proyecto de vida juntos. Y eso sí es un problema sobre el que conviene reflexionar.