Ya no son sólo varias las casas del centro de Alcalá de Guadaíra las que están okupadas, sino un edificio entero. Se pega una patada a la puerta, se puentea el agua y la luz, y aquí paz y después gloria. Eso está degradando la convivencia entre los vecinos.
¿Por qué tengo que pagar yo impuestos y suministros si el de dos portales más arriba no lo hace? Una cosa es que los más necesitados tengan una vivienda social digna y otra muy distinta que aquí impere la ley de la jungla.
El Ayuntamiento tiene que tomar cartas en el asunto y dejar de mirar para otro lado, como si estas cosas no fueran con ellos sino con los propietarios de las viviendas. Muchas veces estos inmuebles están a la espera de ser repartidos por los herederos o se encuentran inmersos en un proceso judicial que dificulta su venta.
Si a esto le añadimos que los mismos se encuentran okupados –la Academia de la Lengua ya admite el verbo con k–, no solamente habrá caído su precio, sino todos los que se encuentren a su alrededor.
Que el tema tiene muchas aristas y no una fácil solución lo sabemos todos, pero para eso se les paga a los funcionarios y políticos del Ayuntamiento. No todo consiste en encender las luces de la Feria y procesionar por el centro. Esperemos que se acuerden de la actuación ejemplar que hicieron con los pisos de Duquesa de Talavera lindando con el colegio Silos.