La Virgen del Rosario volvió a ser protagonista este domingo 5 de octubre en Alcalá, donde la devoción centenaria de la ciudad se volcó un año más en su procesión anual. Con más de cuatro siglos de historia, la corporación puso en la calle a su titular mariana en una jornada marcada por el fervor popular y el acompañamiento musical de la Banda de Alcalá.
A las 18:31 horas, los sones de «Jesús en el Calvario» acompañaron la salida de la Virgen, que recorrió las naves de la parroquia de Santiago al compás de «Rosario de Santiago». Pocos minutos después, las campanas repicaban a gloria anunciando que la imagen ya bendecía las calles del centro de la ciudad, cruzando la Plaza del Derribo al son de la Marcha Real y «Virgen de la Paz». El itinerario avanzó por Herreros con «Aniversario Macareno» en una tarde soleada que acompañó a los fieles.
La Virgen del Rosario visitó a los mayores de la Residencia La Milagrosa y a la comunidad de las Hijas de la Caridad, recibiendo sus rezos y muestras de cariño. Más tarde, los sones de «Oremos» y «La Sangre y la Gloria» marcaron su transitar por calles como Nuestra Señora del Águila y Juan Abad, mientras la devoción popular se dejaba sentir a cada paso. Ya con la caída de la tarde, el cortejo llegó a Conde de Guadalhorce entre marchas de Farfán, con especial protagonismo de los niños que esperaban con entusiasmo a la Virgen.
Uno de los momentos más emotivos se vivió en Madueño de los Aires, donde la Hermandad de la Pastora entregó un ramo de flores que fue correspondido con una levantá dedicada. Más tarde, en la Plazuela, sonó «Como Tú, ninguna» y, ya en su barrio, la Virgen se reencontró con los vecinos de las Corachas, que la recibieron con pétalos de flores y vítores. La noche avanzó hasta que, pasada las diez de la noche, la imagen volvió a su templo entre la luz de la luna y el repique de campanas.
El regreso tuvo lugar en torno a las 22:35 horas, cuando la Virgen del Rosario entró de nuevo en la parroquia de Santiago a los sones de «Alma de la Trinidad». Así culminó una procesión marcada por la devoción, la emoción de un pueblo que nunca falta a la cita con su Madre y la certeza de que octubre en Alcalá tiene, cada año, sabor a Rosario.



