Que hace pocos días se presentó, en una conocida librería alcalareña, el libro de Rafael Portillo, Alcalá, en torno a 1950. Memorias de una niño de la época, al que cabe calificar como entrañable. Sin ninguna erudición, sin apoyaturas bibliográficas (que, por otra parte ¿cuáles podrían haber sido?), Rafael Portillo se limita a echar mano de la memoria fresca e ingenua, pero fiel, de un niño para captar la fotografía en blanco y negro y contarnos así cómo era la vida cotidiana en la Alcalá de aquellos años.

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