Nadie discute la eficiencia, el buen hacer del producto final, ni siquiera su contribución en puestos de trabajo. Lo que no es de recibo es la contaminación producida durante décadas y que quieren perpetuar como si fuera una canonjía vitalicia de la que nunca se van a apear.

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Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid