No le den más vueltas. Lo único interesante en Alcalá de cara al turismo son los molinos de agua que salpican la ribera del río Guadaíra. Son únicos, no tienen competencia, forman parte de la identidad de un pueblo que se ha dedicado hasta hace bien poco de forma mayoritaria a la fábrica del pan y las harinas. Lo demás es perder el tiempo. El castillo no está en condiciones de ser visitado, ni ofrece algo inaudito. Sus múltiples intervenciones cada vez lo desvirtúan más. Apuesten por lo molinos como referente turístico. Pero para eso tienen que invertir dinero. Primero, su mantenimiento y vigilancia. Es inaudito que siendo bienes protegidos los vándalos campen a sus anchas destrozándolos. Luego uno de ellos tiene que funcionar de verdad, para enseñarlo. Hay un vídeo explicativo de cómo se hace. No es tan complicado. Para poder mostrarlo en verano, cuando no hubiera caudal suficiente en el río para que tenga fuerza, se puede ayudar con un motor eléctrico que no se viera. Hay que proteger el entorno, vigilar la contaminación de las aguas del río con el alpechín, estar más encima del parque, crear una zona de servicios dentro del mismo, respetuoso con la ya existente. Su naturaleza es lo suficientemente atractiva para ello. Déjense de chorriboberías. Alcalá no es destino turístico con el plato fuerte de Sevilla a 25 kilómetros y la competencia de Carmona. Ya es tarde. Nuestro pueblo está destrozado. Cuiden los molinos, es lo único que nos queda. Y lo que puede ser el revulsivo para conocer el resto, tenemos una buena red de restaurantes, mucho mejor que la de una población como Dos Hermanas. 

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Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid