No se tiene en cuenta lo frágil de lo humano, sino que suele ocurrir todo lo contrario. Y sin embargo, las más de las veces es el miedo el que nos rodea. Ignorar que un simple fallo en la respiración nos arrebata la vida, o un paso mal dado, o caerse de la pequeña escalera en la biblioteca mientras se quería alcanzar un librito…

Es frecuente poner cara de seguridad, de dientes apretados, para que las facciones del rostro muestren solidez o firmeza ante los demás, pero esto no nos quita el miedo que nos envuelve. Solemos defendernos, así lo creemos, echando cuenta de todo lo que se vende. Cualquier pantalla (televisores, webs, redes llamadas sociales –generalmente antisociales por ser sólo redes para la masa–) ofrece sus suministros, sus maquinitas, sus planes –los suyos–. Toda una gama de cosas que además enarbolan como una evidencia tangible del progreso. El actual Estado promueve la estafa masiva anteriormente descrita.

Y cuando digo Estado, digo Ayuntamientos, Consejerías, Direcciones Generales de éstas, y de las Diputaciones, y de las Autonomías, y de la Administración Central, hasta del cualquier cosa Europea, en fin, que los tenemos en nuestra vida privada entrometidos, siempre husmeando en nuestros deseos más íntimos para poder engañarnos o en complicidad con aquellos cuyo único fin es quitarnos la libertad, la verdadera, la de la responsabilidad, y la creatividad, y la esperanza… vendiéndonos sus paraísos artificiales para beneficio de sus paraísos fiscales en remotos archipiélagos.

Perdonen la digresión que requiere, eso sí, muchas más explicaciones, mucho más desenvolvimiento… Pero creo que viene a cuento de «manadas» y «¡estamos hartas!». Yo también lo estoy, aunque de otra manera y respecto de otras manadas y otras harturas. Por ejemplo, estoy harta de la brecha salarial entre mujeres. Deberían hacer los cálculos los que saben de números para saber lo que ganan las que denuncian la brecha, para saber si hay una brecha salarial entre ellas y las que no estamos en su redil. Nadie va al grano de lo que verdaderamente importaría. Nadie atiende a las causas de lo que se causa, nadie atiende a lo que este país ha sido en verdaderos avances jurídicos, laborales, sanitarios, educativos, que han sido referente, no ahora sino durante siglos y que hoy en día son un fiasco. En fin, ¿quién nos cuida?

María del Águila Barrios nace en una casa de vecinos de la calle Sánchez Perrier. Siempre interesada por Alcalá es gracias a sus amigos Lauro y Olga por lo que se decide a colaborar en La Voz de Alcalá....

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