Los inicios de curso escolar suelen venir cargados de nuevos propósitos o, al menos, de objetos nuevos para afrontar el curso: una agenda, un bolígrafo, algún recuerdo del verano. Al principio siempre intentamos afrontar el curso con energía. Habrá de todo, una casuística amplia de la que yo he referido unas ocurrencias. No obstante, en los inicios de año, ya sea escolar o de calendario, tengo costumbre de hacer recapitulación de lo hecho en el periodo concluido y plantearme los propósitos para lo que ha de venir. Por ello, en esta entrega de septiembre de 2018 he decidido cambiar de rumbo.
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