Cuando una noticia se repite pierde dramatismo.  Nos estamos acostumbrando peligrosamente a escuchar que una mujer ha muerto a manos de su pareja. Ya ni siquiera sale la noticia en la portada de la prensa. En lo que llevamos de año, ya van diez. Lo que sale a más de una por semana. Da igual el lugar donde se produce el asesinato, está extendido por todas partes. La noticia rescata del apacible anonimato a localidades, que bien quisieran no tener que figurar a costa de esa crónica. A veces el agresor se suicida y otras veces lo intenta, pero se salva porque su propósito no era matarse sino parecerlo, y porque es más fácil clavar un cuchillo a alguien que clavárselo a uno mismo. Quedan niños huérfanos detrás que no podrán reponerse de semejante trauma ni con la ayuda de todos los psicólogos del mundo, y padres y hermanos, y familiares y amigos, con el horror impreso el resto de sus vidas en sus corazones. 

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Escritora y columnista de La Voz de Alcalá.