Suena. Se oye el golpeo del martillo sobre la fragua. Late. Se siente el corazón del industrial que lleva dentro. La monumental escultura que José García Guillén regaló a la ciudad, ya luce en la rotonda que conmemora su recuerdo. El destino ha querido que su generosidad termine honrando su memoria en un lugar prominente de nuestro pueblo.

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