La tenías ahí, a pocos metros de tu casa. Todos los días pasabas por delante del escaparate a ver qué libro nuevo habían puesto en la sección de novedades. Te fijabas en la portada, primero. Después leías el título y mirabas si era de una autora conocida. Otras veces aparecía en una esquinita, en la sección de locales, un libro pequeño, menudo, como haciéndose sitio. ¡Anda un libro de poesía!

Los viernes solías entrar a «echar un vistazo». Y dabas dos o tres vueltas al expositor de bolsillo, hasta quedarte con casi todos los títulos. Tocabas sus lomos y pasabas algunas páginas. Olían a nuevo. Te hubiera gustado comprar los que te faltaban. Un libro siempre tiene algo que contarte, decías. A mediados de mes, volvías a entrar directamente al mostrador, dabas un título y salías con tu libro en la mano. Tenías por costumbre regalar un libro, siempre había alguna excusa para hacerlo: un cumpleaños, por Reyes…o porque sí.

Ahora eso ya no se lleva, no está de moda y por tanto las librerías han ido perdiéndose. Sin apenas darnos cuenta, como una estrella que desaparece sin convertirse en una supernova.

Quedan pocas librerías en Alcalá. Las que se mantienen combinan la venta de libros con la de otros objetos de imprenta, libros de texto o regalos-Siglo XXI, librería Instituto- o vinos, presentaciones de libros y libros de segunda mano, qué acierto -Término-.

La librería El Laberinto del Mago dedicado al libro infantil, ofrece además toda clase de juguetes para los pequeños.

Mientras hemos estado confinados, las librerías, cuando pudieron por fin abrir, nos guardaron los libros que habíamos encargado por teléfono.

Terminado el estado de alarma han salido cantidad de títulos.

Ahora que volvemos otra vez a pisarlas, el olor del hidroalcohol no ha impedido poder tocar los libros, hojearlos, olerlos.

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Maestra, especialista de francés. Titulada por la Escuela Oficial de Idiomas, colabora en La Voz de Alcalá desde el año 2003 y en el periódico local 'La higuerita' de Isla Cristina desde el año 2010....

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