Tras la victoria electoral de las derechas y el centro en 1933 se produjo una radicalización de las izquierdas. En el PSOE se configuraron dos posturas antagónicas. Besteiro y Fernando de los Ríos defenderán el parlamentarismo y la Constitución de 1931, mientras que Largo Caballero e Indalecio Prieto, tras ser derrotados en las urnas, se mostrarán partidarios de la vía revolucionaria para implantar la dictadura del proletariado. El 4 de febrero de 1934, por ejemplo, en un mitin celebrado en el cine Pardiñas de Madrid Indalecio Prieto sentenció: «Hágase el proletariado del Poder (…) y si es preciso verter sangre, debe verterla».
El 4 de octubre de 1934 el Presidente del Gobierno Lerroux nombró ministros a tres miembros de la CEDA (el partido con más diputados). La CEDA era una coalición de partidos católicos y de derechas que mantenían una postura accidentalista hacia la Segunda República. Los socialistas propagaron el bulo de que se estaba preparando un golpe «fascista» cuando fueron ellos los que convocaron una «huelga general revolucionaria» contra el Gobierno legítimo de la Segunda República en toda España para el 5 de octubre. Solo fue efectiva en Asturias al ser el único lugar donde contaron con el apoyo de los anarquistas de la CNT. Por ello, esta insurrección obrera o intento de golpe de Estado se conoce como «Revolución de Asturias». El caso «Turquesa» y el descubrimiento de tres arsenales en Madrid en septiembre demuestran que fue preparada con tiempo y que el nombramiento de los tres ministros de la CEDA fue meramente una excusa. Los socialistas proclamaron la República socialista y los anarquistas el comunismo libertario… pero todos afirmaban en sus panfletos luchar «contra la República del 14 de abril».

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Profesor de Bachillerato. Miembro fundador de la Asociación Padre Flores y autor de numerosos trabajos de Historia local.