En nombre de la Residencia de Ancianos La Milagrosa de Alcalá de Guadaíra me gustaría expresar, como directora de la misma y en representación de todo el personal que la integra, mi más profundo agradecimiento a todo el pueblo de Alcalá de Guadaíra y en particular a:

  • La Corporación municipal visibilizada de manera cercana y cordial en Dña. Virginia Gil García concejala delegada de Asuntos Sociales. Hermandad del Rosario. Hermandad del Soberano Poder. Asociación de Amigos de los Reyes Magos. Asociación cívico cultural “Alcalá nos importa”. Semillería Dueñas. Farmacia “LaCasa”. Farmacia “Guadaira salud”. La Antigua Lavandera “La Alcalareña”. Centro médico “SUAL”. La Centenaria. Dña. Mª Luisa Castro Gil (Servicio Sanitario Parque Centro)- Asesoría laboral, fiscal y contable “Alvarez Soto asesores”. Panadería y confitería “Hermanas Portillo”. Grupo Nueva Dietética. Cruz roja. CamachoSport. Maruja Míguez Sánchez. José María Moreno y María Portillo. Alejandro Navarro y Esther Vargas. Jorge Vázquez y Pilar Gómez. Javier Rodríguez y Carmen Felipe. José Ramón Gómez y Guillermina Álvarez de Toledo. Pablo Álvarez y Guillermina Gómez. Francisco Felipe y Carmen Casal. Gregorio Jaime. Daniel Álvarez y Mercedes Soto. Salud Soto. Miguel López y Carmen Soto. Florencio Ordóñez y Esperanza Escalante. Santiago Navarro y Jessica Vadillo. Jesús Ruiz y Carmen López. Enrique Pérez y Sonia Herrera. Paco Moreno y Águila Moreno. Álvaro Ramírez y Lidia Gavira. Fundación Profuturo. Fundación LARES 

Por su altruista colaboración y ayuda en los momentos más críticos vividos a causa de esta enfermedad que ha provocado tanta afectación, en particular a nuestros mayores.

No quiero dejar de mencionar la labor de seguimiento, apoyo, preocupación y sobre todo profesional y humana por parte del equipo que conforma el Centro de Salud Nuestra Señora de la Oliva, al que pertenece esta Residencia. Nuestro médico de atención primaria, el Dr. Francisco Manuel Moreno, Carmen Escolar como enfermera gestora y Luis Flores, como coordinador de cuidados.

Hago este reconocimiento con la más profunda emoción al comprobar como desinteresadamente hemos recibido una ayuda, que siempre ha sido bienvenida de corazón, en la certeza de que nuestros abuelos jamás estarán en mejores manos y más amparados por todos aquellos que muestran de manera, tanto voluntaria como espontánea, su cariño hacia ellos.

Este reconocimiento es inevitablemente referido desde mi más sincera vocación vicenciana, que contemplan valores que coronan esta casa, así como ocurre en todas las que son dirigidas por las Hijas de la Caridad, valores que siempre estarán vinculados al cuidado del necesitado con la palabra de Nuestro Señor como referente vivo y esencia en nuestra labor.

En este sentido y a decir verdad, en este hogar para nuestros ancianos siempre hemos tenido una dedicación tan especial como rigurosa en sus cuidados desde las primeras horas del día, con una saludable, integral y continuada higiene por parte de nuestro personal, que tanto cariño vuelca en su tarea haciendo de su trabajo algo más que una simple oportunidad de ganar dinero, al ser capaz de encontrar desarrollo personal en lo más humano y que tiene posterior reflejo en su comportamiento siempre amable y empático hacia aquellos que cuidan.  

En este Centro luchamos sea para nuestros mayores,  morada de comodidad y ocio con actividades en forma de talleres como andamiaje de un óptimo mantenimiento de  sus facultades  cognitivas, una tarea indispensable realizada por un equipo de profesionales volcados para que la alegría presida nuestro espacio habitado.

Por ello cualquier gesto de cariño hacia ellos es, no sólo bien recibido, si no que se inscribe en el habitad habitual donde encaja cualquier amable seña dedicada a nuestros ancianos. Gestos que no pueden dejar de ser tenidos en cuenta en esta carta de agradecimiento por parte de esta directora, que vela por que dichas actividades siempre tengan la dedicación merecida hasta que lleguen las horas del sueño, donde la vigilia de nuestro personal hace del descanso físico y mental de nuestros veteranos niños y niñas algo seguro y reconfortante. 

Quizá por ese amor a la ancianidad, hemos recibido la buena nueva alcalareña en forma de bondad desinteresada con suma alegría, conscientes de que en cada donación hay un trozo de esa humanidad alcalareña cariñosamente ofrecida.  

Por todo ello, debo reiterar el agradecimiento desde esta humilde Residencia, que como saben ofrece paz, armonía, bienestar y todo con un inmenso amor a esas personas de manos y rostros quebrados por el tiempo y que merecen de esa atención sin descanso y que han podido comprobar como en Alcalá de Guadaíra el buen corazón ha vencido a lo inesperado.

Reciban por tanto una gran sonrisa de nuestra parte, y sepan que todo el conjunto de seres humanos de la Residencia de Ancianos la Milagrosa de Alcalá, les tiene en cuenta en sus oraciones y les envía un gran abrazo.     

Sor Rosario Molina.
Superiora de la Residencia

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