El periodismo tiene que lidiar con la etiqueta del «cuarto poder». Se le coloca junto a los otros tres poderes por su capacidad para influir en la opinión pública y su papel en la construcción de narrativas históricas. ¿Sigue siendo real esa capacidad? La información es poder, y está presente en todas las manifestaciones de los poderes económicos y políticos.

Los medios de comunicación tienen un papel fiscalizador de la gestión pública, son mediadores entre el poder y la ciudadanía y están obligados a ofrecer una información oportuna e imparcial. La sociedad abierta quita el control de la información a los grandes poderes. Es por ello que el periodismo no debe confluir o confundirse con los intereses ideológicos, empresariales o de partidos. Debe ser un «cuarto poder» plural e independiente.

Es un pequeño milagro que el periodismo local siga vivo en Alcalá con un periódico en papel. La Voz de Alcalá cumple 30 años en el momento de mayor auge de los periódicos digitales. La batalla de la supervivencia financiera la libra esta publicación con una versión digital que rejuvenece la cabecera y con un quincenal en papel que supone un esfuerzo extra por contextualizar los hechos y contribuir al debate público.

«Nada de esto sería posible sin los socios y los suscriptores, que son la base de la independencia y la apertura del periódico a la sociedad. Las tres décadas de historia de La Voz de Alcalá no se explicarían sin la negativa a someterse a poderes o intereses ajenos a la misión del periodismo»

Nada de esto sería posible sin los socios y los suscriptores, que son la base de la independencia y la apertura del periódico a la sociedad. Las tres décadas de historia de La Voz de Alcalá no se explicarían sin la negativa a someterse a poderes o intereses ajenos a la misión del periodismo.

Los periódicos a menudo deben convertirse en fortines. Las ciudades pequeñas y medianas son especialmente propicias para la aparición de cabeceras con el único cometido de la propaganda. Bajo el control de empresarios y políticos, estas publicaciones se dedican sin pudor a alabar a sus dueños y a ser el azote de los críticos. Así ocurrió en Marbella, quizás el ejemplo paradigmático de la unión de los intereses políticos y económicos bajo el manto de la corrupción.

Los periódicos locales deben enfrentar esta competencia desleal y sortear los intentos de control, pues su razón de ser es conservar su independencia. Ahí donde haya un periodista sobre el terreno de la noticia, contando lo que ocurre, se estará salvaguardando la causa de un periodismo local honesto y útil para la ciudadanía.

Economista. Interesado en el marketing, la política, la ciencia y la tecnología.

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