Desde diciembre de 2017 hay un sillón vacío en los plenos del Ayuntamiento de Alcalá. Es el de Esther Ruiz, quien, en menos de tres años, ha pasado de ser portavoz de Ciudadanos a concejala no adscrita. Entre un punto y otro media un proceso judicial que ahora se encuentra en el Tribunal Supremo.

Esther Ruiz recurrió la expulsión de su partido, que alegaba «dejación de funciones» o haber apoyado a Limones en su investidura. Ella niega las acusaciones, y se lamenta de que este periplo de querellas le haya afectado personalmente con una depresión.

«Una sentencia como la del Supremo –afirma– me podrá indemnizar en lo económico. Pero nada va a reparar ya el dolor y el sufrimiento de haber perdido mi matrimonio y mi trabajo, de haber tenido un aborto o de ver cómo subastan mi casa».

Tras varios años de silencio, Esther Ruiz cree que ahora tiene la responsabilidad de «dar explicaciones».

– ¿Cómo entra en Ciudadanos?
– Empecé en política en torno a 2012, a través del Movimiento Ciudadano. Yo trabajaba como asesora fiscal y me interesé por el partido. Los que formamos parte de él estábamos un poco obnubilados. Éramos mano de obra gratis para levantar toda una estructura que ya estaba montada y con las cosas más que planeadas. Nos utilizaron, sobre todo a los que no veníamos de política.

– ¿Cuándo sabe que va a encabezar las listas de Ciudadanos para las municipales de 2015?
– Desde el primer momento. En principio, nos dijeron que Ciudadanos no se iba a presentar para esas elecciones en Alcalá, pero a última ahora me llaman y me dicen que tengo que formar una lista, de la cual no conocía al noventa por ciento de los que iban. Ahí entra Rosa Carro con su marido, un amigo, un vecino o su hermana, que poco antes estaba afiliada en Podemos. De Sevilla se mandó a gente, había cinco que no eran ni de Alcalá. Hasta los suplentes los tuvimos que coger de unos locales comerciales de donde yo vivo, a los que les pedimos el DNI… Y todo lo que no empieza bien, no puede acabar mejor. El trabajo de no conocer a los que iban en la lista lo llevo a mis espaldas.

– Las urnas depararon dos concejalías para su expartido. ¿Cómo afronta la entrada en el Ayuntamiento?
– En ese momento es el asesor, Jaime Barrera, quien me dice lo que tengo que hacer. Estábamos más solos que la una, abandonados de la mano de Dios, y pedimos que nos asesoran y nos mandaran a alguien. Siempre he querido hacer las cosas bien, pero éramos dos personas, Rosa y yo, que no sabíamos nada de política; y en el Ayuntamiento se tocan doscientos mil temas que no tenemos por qué saber… Por ejemplo, lo que pasó con la cementera, que justo en esa época tuvimos que decidir sobre ese asunto. 

– Pocos meses después de asumir la portavocía, Ciudadanos firma un expediente para su expulsión. ¿Qué hay detrás de este caso?
– Lo económico. Me echaron por no dar el 35% de la asignación del grupo municipal a la formación nacional. En las reuniones iban a mi yugular y me decían que tenía que firmar las cuentas. «Las cuentas, las cuentas…», era lo que repetían. Y yo no lo autorizaba, porque eso es financiación ilegal. Querían el dinero de Alcalá para desviarlo mensualmente a la central de Ciudadanos.

– ¿Qué ocurre después de esa negativa?
– Entramos en el Gobierno local el 15 de agosto de 2015. Ese día nos dieron de alta. En menos de un mes y medio, ya vi movimientos por detrás dirigidos por Manuel Buzón, asesor y mano derecha de Juan Marín; y el 4 de abril de 2016 me expulsan. En ese tiempo yo no había permitido que se tocasen las cuentas. Había algo más de 14 000 euros. Pues bien, a finales de abril de 2016, desapareció el cien por cien. Estábamos en la segunda campaña de las elecciones generales.

– Su partido contrarresta acusándola de dejación de funciones…
– No es cierto. Éramos solo dos concejales, Rosa Carro y yo, y acordamos turnarnos en las comisiones. También dijeron que no acudía a los plenos, en plural, y solo falté a uno por enfermedad, cuando ya empezó toda la movida.

– ¿Qué sucedió con el apoyo de Ciudadanos a Limones?
– Me obligaron, y luego fue uno de los cinco puntos por los que me echaron. En el último momento me dijeron que no fuera a votar en blanco ni a mí misma. Les pedí abstenerme como el resto. De todas formas, el PSOE no iba a gobernar por nosotros. Sin embargo, me dijeron que tenía que hacer lo mismo que Juan Marín con Susana Díaz, y me sacrificaron.

– ¿Qué papel ha desempeñado Rosa Carro en este litigio?
– Rosa, para mí, ha sido el dolor más grande, porque ha sido la traición más grande. Ella no tenía nada en contra mía. Lo que ha hecho es aprovechar la coyuntura traidoramente. Yo le ofrecí la portavocía mil veces y se negó porque decía que eran muchos marrones. Me pidió estar en un despacho y no con la gente. Luego, cuando en el Ayuntamiento se liberaron a los portavoces y se les dio un sueldo, el ego exagerado de Rosa no pudo soportar cobrar menos que un secretario que no había participado en las elecciones.

– ¿Y qué posición ocupa Irene de Dios, la actual asesora del grupo municipal? ¿Pensaron en ella como su sustituta?
– A Irene de Dios la conozco casi desde el principio, cuando vino a darnos un curso de apoderado. Fíjate, que haya que hacer un curso para saber cómo va uno a unas elecciones para ejercer de apoderado… Creo que con dos minutos que se explique es suficiente. A ella no la podían poner en mi lugar, porque no era concejal. Sin embargo, con mi salida ya se iba metiendo aquí [Irene de Dios fue coordinadora en Sevilla de la campaña de Ciudadanos para las elecciones generales]. La que manda las propuestas es ella. Rosa es una mandada, simplemente de recibo y leo.

– ¿Se ha visto sola en este proceso judicial?
– Como yo, estamos más de doscientos compañeros que Ciudadanos ha expulsado en ayuntamientos, diputaciones… Nuestras historias coinciden, el modus operandi ha sido el mismo. Todo por la financiación ilegal. Incluso han querido rascar en el pasado, buscando información y enviándosela a mis contactos en redes sociales.

– Meses después de haber iniciado el periplo por los tribunales y tras conservar el acta como concejala no adscrita, se ausenta del Ayuntamiento. ¿Por qué decide no asistir a los plenos y a las comisiones? Mucha gente podrá esgrimir que tiene una responsabilidad con aquellos que han votado…
– No asisto desde diciembre de 2017, cuando se destruyó todo lo que me quedaba. Caigo enferma y voy a un psicólogo, que me prohíbe literalmente hacer cosas que me pudieran perjudicar. Y lo hago por salvarme yo. Había hecho todo lo que podía. Aguanté más de tres años y ya ahí se terminó. Esto me ha afectado personalmente. Tengo la casa subastada, la familia que había elegido se destruye… Me llevé tres meses que veía que mi cuerpo no aguantaba más y no podía parar de llorar, y no lo controlaba. Después en los dos meses siguientes, desde diciembre, he ido a las comisiones informativas. Lo que no he podido es ir a los plenos, porque no tenía capacidad de enfrentarme a ellos… No porque no crea que soy una persona valiente, que creo que lo soy, sino porque me coge en baja forma. A este último pleno pensaba ir, mejor o peor, pero pensaba ir.

– ¿Se ha preocupado alguien en Ciudadanos por su situación personal?
– No, por Dios. Del partido me han llegado mil cosas, pero preguntar por mí, no. Se dicen burradas. Ese pasillo en el Ayuntamiento es la calle del infierno, siempre están cuchicheando. Siempre que pasa algo en un sitio, ya lo saben en otro. Me refiero a los pasillos de la parte política del Ayuntamiento, no al funcionariado.

– A un año de las municipales, ¿a su expartido le incomodará su denuncia?
– Si esto que estoy contando puede servir para frenarlos, bienvenido sea. Lo único que le puedo decir a la gente cuando me pregunta por mi relación con Ciudadanos es «lo siento». Tengo que pedir perdón por haber metido a un ladrón, cuando lo que quería era quitar al otro que había. Tengo que pedir disculpas a los alcalareños por haber metido en el Ayuntamiento a un partido que es mafioso, misógino, homófobo… Vox es light al lado de Ciudadanos. Ciudadanos es falso y chaquetero.

– ¿Está entre sus objetivos volver a la política?
– A día de hoy cuento los días para soltar el acta. Mientras, tengo previsto volver a los plenos. No sé si es un espejismo, pero no me encuentro tan mal. He tenido unos meses en los que he pasado de la rabia al llanto. Ahora pienso que, después de lo que he sufrido, más valía un mal acuerdo que un buen juicio, por el impacto familiar, económico… Creo que puedo ser la única política en España que entró en su puesto con una declaración de bienes y salió sin nada o con deudas.

Periodista y guionista. Doctor en Periodismo y Máster en Guión y Narrativa Audiovisual. Interesado en la cultura en (casi) todas sus manifestaciones: literatura, música, cine, artes plásticas...

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