Molino de Pelay Correa. Alberto de la Fuente

En los primeros días de invierno, cualquier mirada distraída sobre la rueda delantera se tropieza con algunas manchas blanquecinas sobre el albero. Es un anuncio del retorno de los cormoranes en su migración de temporada. En los últimos años varios ejemplares se posan en el ramaje de dos árboles resecos, a unos cuantos metros del Molino de Cerrajas.

Como los excrementos del cormorán son corrosivos, desecan paulatinamente los árboles en los que descansan. Desde la otra orilla, el contraluz de los pájaros en las copas sin hojas forma una sombra espectral. Una de las primeras sorpresas para el paseante primerizo por la ribera es la abundancia y la diversidad de aves en el Guadaíra. Sin ir más lejos, en este mismo tramo del río, en los meses fríos del año es habitual toparse con una garza real de pelaje gris y azulado, que levanta el vuelo y se posa en los recodos de cauce bajo, cada vez que alguien se acerca.

Entre Cerrajas y Pelay Correa, en un espacio que según las crónicas fue área de influencia de una aldea medieval, la antigua presencia humana parece haber sido sustituida por un asentamiento numeroso de polluelas, fochas, patos y garcetas. Como no sé nada de pájaros, si una especie llama mi atención tengo que hacer algunas indagaciones para saber de qué se trata. Recurro muchas veces a un blog en el que José Antonio Benítez ha ido recopilando durante más de diez años fotografías de aves en el entorno del Guadaíra. No es un inventario sistemático de ornitología, sino un compendio de conocimiento ecológico local. A diferencia de las guías de aves, que proporcionan una clasificación biológica estructurada, este es un repositorio contextualizado, basado en la experiencia directa con el entorno. Por eso facilita que pueda reconocer mis propios avistamientos. El resultado es un acercamiento al patrimonio natural a través de las lecciones aprendidas por quien ha dedicado horas de observación en el mismo escenario.

Pasa lo mismo con el patrimonio histórico. Todos conocemos algunos sabios locales que sin ser doctores en historia ni expertos en construcciones medievales lo saben todo sobre la industria molinera de Alcalá. Me alejo pensando en el valor comunitario de los saberes informales basados en la pasión por el entorno y en la experiencia personal. Me distrae un chapoteo en el río. Después de una inmersión para pescar barbos o carpas, un cormorán levanta el vuelo hasta uno de los árboles marchitos de la margen izquierda. Corre sobre el agua, despega a cámara lenta e inicia un vuelo rasante, con un aleteo que acompaña el ritmo del pedalier. Se posa en una rama y abre las alas como una gabardina para secarse al sol.

Por: Isidro Maya.

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