Para la revista médica BMJ, la Navidad está asociada con una serie de riesgos potenciales y evitables derivados de los preparativos y celebración de estas fiestas. La publicación posee una vasta colección de informes de casos clínicos, lo que le permite recopilar algunas de las catastróficas desdichas que han surgido con motivo de las Pascuas.

El investigador Robin E. Ferner, de la Universidad de Birmingham, y Jeffrey K. Aronson, del Centro de Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford, indagaron en los archivos del BMJ para encontrar algunos de los casos de estudio más inverosímiles que sucedieron con motivo de las navidades.

Ahora detallan algunos de estos casos en un artículo de opinión, no revisado por pares y cuya financiación (nula) ha sido destinada a la compra de regalos. No es que los editores de la prestigiosa revista se hayan vuelto locos, sino que se trata del número de Navidad en el que tradicionalmente se publican contenidos en clave de humor.

Según describen los autores, las postales navideñas pueden ser una potencial fuente de daño físico. En 1876, se observó un caso de envenenamiento por arsénico de un joven que había pintado los christmas con pintura verde de Scheele, un pigmento altamente tóxico. Un siglo más tarde, en 1999, una mujer sufría una amputación de una punta de su dedo corazón al meter una tarjeta navideña en un buzón, cuya apertura hizo de guillotina.

“Las ingestas involuntarias de artículos también suponen un problema añadido”, declaran los investigadores, mencionando casos de complicaciones médicas en niños y niñas ­al tragarse luces de navidad, estrellas de confeti puntiagudas y decoraciones del árbol de Navidad, entre otros.

Por la parte de los regalos, los autores del artículo han recopilado dos casos de presentes ligados a enfermedades infecciosas problemáticas. Por un lado, un hámster adquirido como obsequio navideño fue el causante de un brote de coriomeningitis linfocítica en el estado de Nueva York que afectó a 57 personas en 1975. Por otro, un bongó haitiano portaba en su membrana —hecha con piel de cabra— bacilos de ántrax.

El artículo precisa que los árboles de navidad, si no son manipulados correctamente, pueden causar un importante daño físico. Las astillas de pino, menciona, pueden penetrar en los pulmones, causando dificultades respiratorias; mientras que las ramas pueden provocar abrasiones en la córnea si se pinchan en el ojo.

En Berna (Suiza), donde existe una costumbre de encender velas en los árboles de navidad, son muy recurrentes los incendios.

Una fuente de lesiones muy común, reportan los investigadores, son las caídas que suceden durante la instalación de decoraciones navideñas, tanto en interior como exterior. Por ello, aconsejan no subirse a las escaleras portátiles: “Pueden caerse si se inclinan demasiado”, recuerdan.

Los excesos en los menús no solo repercuten en nuestro peso y salud, sino que también pueden desencadenar brotes puntuales de gastroenteritis y salmonela. Los investigadores también alertan de un tipo de arritmia cardiaca asociada al consumo puntual y excesivo de alcohol durante las fiestas denominado “síndrome del corazón de vacaciones”, una patología que se registra el 22 % de los casos anuales entre Nochebuena y Año Nuevo.

Por último, el artículo apunta a que muchos aprovechan las vacaciones de Navidad para realizar actividades al aire libre. En Australia, coincidiendo con el inicio del verano, hay un aumento de accidentes catastróficos de personas que realizan esquí acuático durante estas fechas.

Repensando el coste-beneficio de la Navidad

“¿Merece la pena celebrar la navidad?”. Los investigadores se preguntan si, tras recopilar todos los factores de riesgos y fatalidades comunes asociadas con estas fiestas, existe un coste-beneficio positivo.

De hecho, un estudio de 2002 publicado por el BMJ concluía que las Pascuas no presentaban un coste-beneficio favorable. Para llegar a tal afirmación, los autores emplearon variables como datos clínicos y estimaciones económicas. Entre las conclusiones, mencionaban que el dinero gastado en papel de regalo y oropeles podría ser mejor invertido en los sistemas públicos de salud.

En esta ocasión, Ferner y Aronson cuestionan ese primer estudio, aludiendo a que no tuvieron en cuenta otros factores como “los años de vida ajustados por calidad (QALY), la alegría resultante de vivir la Navidad (JOLLY) o el peso de la felicidad (HOLLY)”.

Por todo ello, los investigadores indican que el único riesgo problemático asociado a estas fiestas son las intoxicaciones alimentarias. En conclusión, piden a la población que “se queden a salvo en sus casas, tengan extremada prudencia en los encuentros familiares en pandemia y disfruten de una feliz Navidad”.

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