El sábado 18 de enero se produjo en Alcalá de Guadaíra un acontecimiento notable, que no ocurría desde varios siglos atrás, al menos desde 1835, en que se produjo el cierre de conventos merced a la exclaustración, dictada por el gobierno, y que afectó a todos aquellos “en los que no hubiera al menos doce religiosos profesos”.

Es el momento en que languidece también en esta ciudad la llamada Orden Tercera Franciscana, es decir, la que agrupaba a los laicos bajo el espíritu de San Francisco, que, al tener que ausentarse los frailes, quedan sin amparo ni guía espiritual, y acaba extinguiéndose. Actualmente, estas Órdenes Terceras, denominadas Órdenes Seglares, agrupan a fieles de ambos sexos, que, siendo laicos, y estando integrados en la sociedad, con su familia, su trabajo, deciden vivir el espíritu de las grandes Órdenes religiosas, en las que tradicionalmente se ha denominado “Primera” la de los frailes, “Segunda” la de las monjas, y “Tercera” la de los seglares, hoy denominada Orden Franciscana Seglar.

En el caso de Alcalá, la Orden Tercera Franciscana, radicó en el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, conocido por el nombre del santo fundador de la Orden, San Francisco, del que solo quedan algunos árboles, plantas de sus jardines y huertas, así como dos tímpanos semicirculares pétreos, con altorrelieves. Este Convento de San Francisco gozó de gran importancia durante los siglos que se mantuvo en Alcalá.

Y el hecho inusual al que se aludía era que ese día 18 realizó su profesión, en el Convento de Santa Clara, como Terciaria Franciscana (hoy Franciscana Seglar) Dª. Auxiliadora Nuevo Pérez, tras varios años de formación en el espíritu y el conocimiento de la Orden.

 La Santa Misa fue oficiada por el Rvdo. Fray Enrique Parra Llorente, OFM, asistente de la fraternidad “Maximiliano Kolbe”, de Sevilla, siendo recibida por la actual Ministra en Sevilla de la Orden Franciscana Seglar, y actuando como testigos varios miembros de dicha Orden Hispalense. La colocación de la aspirante tuvo también una gran simbología, ya que se situó en el presbiterio, justo delante del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, advocación netamente franciscana, teniendo además, a su derecha, la imagen de San Francisco de asís, del retablo mayor.

Fue un rito sencillo, pero muy bello y de gran carga simbólica, pues la Profesión comienza con la petición de la profesa para ser admitida como miembro de la Orden Franciscana Seglar. Continúa con una segunda parte o escrutinio en la que el celebrante interroga a la aspirante, con tres preguntas fundamentales: ¿Quieres abrazar la forma de vida evangélica, que está inspirada en los ejemplos y enseñanzas de Francisco de Asís, y se contienen en la Regla de la Orden Franciscana Seglar?; ¿Quieres ser fiel a esta vocación (dar testimonio del Reino de Dios y edificar un mundo más fraterno y evangélico, juntos con los hombres de buena voluntad) y al espíritu de servicio propio de los franciscanos seglares?; y ¿Quieres servir más fielmente a la Iglesia y entregarte a su edificación constante y su misión entre los hombres?

Y otra por parte de la Ministra: ¿Te comprometes, junto con todos los hermanos, a colaborar para que la Fraternidad sea un grupo genuinamente eclesial y una comunidad franciscana viva?

La tercera y última parte del rito consiste en la profesión propiamente dicha, hecha de viva voz por la interesada: “Yo, …, habiendo recibido esta gracia de Dios, renuevo las promesas del bautismo y me consagro al servicio de su Reino. Por tanto, prometo vivir el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo en la Orden Franciscana Seglar, observando la Regla según mi estado laical todo el tiempo de mi vida. La gracia del Espíritu Santo, la intercesión de la bienaventurada Virgen María y de Francisco, y la comunión fraterna me asistan siempre para conseguir la perfección de la caridad cristiana”.

Finaliza con el recibimiento por parte de la Ministra: “Demos gracias a Dios. Como Ministra te recibo en esta Fraternidad de la Orden Franciscana Seglar. Tu incorporación a ella es motivo de alegría y esperanza para todos los hermanos”. Y la confirmación de dicho recibimiento por el celebrante: En nombre de la Iglesia, yo confirmo tu compromiso. El mismo seráfico Padre te exhorta con estas palabras de su Testamento: “Si guardáis estas cosas, seréis colmados en la tierra de la bendición de su amado Hijo, con el santísimo Espíritu Paráclito y con todas las virtudes de los cielos y con todos los santos”. Como símbolo visible de su incorporación, la nueva profesa recibió el cordón franciscano, la Regla de la Orden Tercera y la Tau o cruz franciscana.

Inmediatamente después, en la Oración de los Fieles, se pidió por la Iglesia, el Papa, los Obispos, los Sacerdotes, religiosos y consagrados; por la Orden Franciscana Seglar y su fraternidad de Sevilla; por los talleres de oración y vida; por toda la Comunidad de la Parroquia de la Inmaculada Concepción (a la que pertenece la nueva Terciaria); por la Sección alcalareña de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento (de la que Auxiliadora es hermana adoradora); por las Hermanas Clarisas; por todos los asistentes y por los ausentes.

Tras la comunión, recibida bajo las dos especies, en esta ceremonia tan especial, la nueva profesa leyó un emotivo texto de acción de gracias. Al especial ambiente de recogimiento y al mismo tiempo solemnidad del acto, contribuyeron activamente las Hermanas Clarisas, entonando bellos y apropiados cánticos de alto simbolismo franciscano, como “Hazme, Señor, instrumento de tu paz”, o “Loado seas mi Señor”. Finalizó de forma igualmente emotiva, con la “Plegaria a la Virgen de los Ángeles”, especial Protectora de la Orden Franciscana, cuya sagrada imagen, Titular de la Sección Adoradora alcalareña, ocupa el lado del evangelio en el presbiterio de la iglesia conventual de Santa Clara.

Después hubo un grato momento de convivencia, en el que se ofreció un desayuno a los asistentes a esta Profesión, que, bien pudiera ser un germen del rebrote de la Orden Tercera Franciscana en nuestra ciudad.

Por la noche, la Antigua y Franciscana Sección de Adoración Nocturna celebró la vigilia mensual, en la que se pidió especialmente por la nueva Profesa, hermana adoradora, con la gran alegría que supone también para la propia Archicofradía Sacramental esta Profesión.

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