Diego Cruz Zabala es uno de esos jóvenes de la generación millenial que ha sobrevivido a la pandemia del fracaso escolar en Andalucía. Con sólo 24 años, este físico alcalareño participa en un ambicioso proyecto internacional con el objetivo de encontrar una fuente de energía limpia e inagotable a través de la fusión nuclear. «Buscamos una nueva fuente de energía que aprovecha la misma física que se da en el sol».

El físico alcalareño sostiene que «hay un problema energético a nivel mundial. Los combustibles fósiles se acaban, y si no se acaban se están cargando el planeta. Las energías renovable están ahí pero como soporte. Con la energía por fisión nuclear hay mucho miedo por la radiación» y se pregunta: ¿Qué nos queda para dentro de 50 años, si la población, el consumo energético y la contaminación está subiendo?

Con la fusión nuclear se evitarían mucho de estos problemas porque no emite radiaciones nocivas para la salud. El combustible es un isótopo del hidrógeno. Hay cálculos que estiman que con la reserva que hay en la tierra de este combustible, la energía sería prácticamente inagotable. «La materia de combustible que se introduce en el reactor nuclear de fusión equivale a un pelo», ejemplifica.

Sobre el papel es todo muy bonito, pero todavía no hay centrales nucleares de fusión porque hay que recrear las condiciones del sol e ir más allá. «Necesitamos temperaturas de cien millones de grados. En qué recipiente metemos el combustible, si los elementos con mayor punto de fusión están sobre los 3500 grados», explica. «Lo que estamos intentando es dejar el combustible levitando a través de campos magnéticos, sin que toque las paredes del reactor».El problema es que los materiales a esa temperatura son muy inestables, «como el agua hirviendo».

Actualmente se está construyendo al sur de Francia el reactor ITER, «probablemente uno de los proyectos más caro de la humanidad». Será el primero en producir energía por fusión nuclear y no se pueden permitir que la inestabilidad del combustible provoque una explosión. Ahí es exactamente donde entra en juego la investigación y los experimentos del físico alcalareño, que trabaja en un nuevo detector en el reactor de fusión Asdex Upgrade del Instituto Max Planck de física del plasma en Múnich.

«El detector que estoy desarrollando sirve para medir la temperatura, rotación y densidad del plasma –combustible– en el borde interno. Conocer estos parámetros es de vital importancia para reactores futuros, ya que estos parámetros determinan en gran parte el rendimiento energético de la máquina», asegura.

Para que haya un reactor de fusión enganchado a la red eléctrica pueden pasar unos 50 años. «Ahora se está construyendo ITER y a partir de los resultado que obtengamos vamos a construir otra máquina para lo que habrá que esperar más de veinte años», afirma Diego. «ITER es un reactor experimental, todavía queda mucho para que cada país tenga su propio reactor de fusión».
Parece ciencia ficción. Incluso en una charla, junto con otros doctorandos, en la Faculta de Física tuvo que explicarle a un profesor en qué consistía. «Es un campo muy novedoso y en España sólo hay un grupo en Madrid y otro en Barcelona».

«La gente me decía que estaba loco»

La física nunca entró en los planes de futuro de Diego. El quería estudiar un ciclo formativo de informática. Sin embargo, uno de sus profesores en el IES Cristóbal de Monroy, Rajesh Ishwar Mahtani, le insistió tanto durante el último curso de la ESO que acabó convenciéndolo. Finalmente se matriculó en Bachillerato de ciencias, a pesar de no haber dado ni física ni química ni matemática en el último curso. «La gente me decía que estaba loco. Una profesora llegó a decirme que no aprobaría». Al final sacó matrícula de honor en Bachillerato y con ciertas dudas comenzó la carrera de Física. Al final acabó lanzado con notas excelentes.

Aunque ya pasa poco tiempo en Alcalá, sigue manteniendo el contacto con aquellos profesores que le apoyaron. Recuerda a Cristina Arco: «me pide consejos y prácticas para los alumnos». Diego Cruz les está muy agradecido y asegura que «gracias Rajesh y a Cristina estoy donde estoy, lo tengo muy presente».
Ahora comienza a andar una larga travesía hasta el doctorado de la mano de Eleonora Vizzer, «una física top a nivel internacional en la fusión nuclear», así la describe el joven alcalareño. Ella le abrió la puerta del prestigioso Instituto Max Planck de física del plasma en Múnich, Alemania.

Llegué con «miedo», confiesa. No hablaba alemán y su inglés no era perfecto. Tenía que explicar a uno de los jefes qué iba a hacer allí y estaba muy nervioso. «Cuando vi como trabajaban aluciné». Por ejemplo, «en Sevilla cuando necesitamos un pieza llamamos al proveedor y la Universidad tiene que autorizar la compra. Allí tienen un taller propio y fabrican la pieza el mismo día». Tienen mucho más recursos para experimentos que aquí. «Cada descarga de combustible cuesta unos 20.000 euros y dura sólo diez segundos, en los que se consume la mitad de la energía eléctrica de Múnich». Más allá de la física, el alcalareño ya ha tenido tiempo de disfrutar de uno de los grandes atractivos de Múnich, el Oktoberfest. Sin embargo reconoce que es un país frío, «tienen otro rollo».

En mayo publicará su primer artículo como autor principal y la investigación es lo que más le motiva, aunque ha decido no hipotecar su futuro decidiendo ahora el camino que va a recorrer. «Solo pienso en acabar el doctorado y luego decidiré».

Licenciado en Periodismo. Actualmente La Voz de Alcalá, Sevilla Actualidad y En Andaluz. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.

Deja un comentario