La antigua gramática, que era amiga de la antigua lógica, explicaba que para hablar necesitamos dos requisitos. El primero, tener algo de lo que hablar, un tema. El segundo, decir algo sobre eso, un comentario. Se ve que aquellos venerables gramáticos no frecuentaban los actuales mítines electorales y debates parlamentarios, donde tantas veces se habla para decir blablablá o se sale por la tangente. Un magnífico chiste de Forges representa a un ujier acercándose con una bandeja en la mano a un político a punto de iniciar un discurso en la tribuna del Congreso. En la bandeja, en lugar del usual vaso de agua lleva la maqueta de unos montes y se la ofrece con un gesto reverente: «Señoría, los cerros de Úbeda». En efecto, vivimos rodeados de personajes que pretenden gobernarnos y que cuando se les pregunta cómo se llaman nos dicen la hora. Y cada vez es más frecuente que nos den una hora falsa.

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Soy filólogo y profesor jubilado de Secundaria. Ejercí muchos años en el «Cristóbal de Monroy». Participé en la reunión fundacional de La Voz de Alcalá y colaboro en este periódico desde 2006....