Va a costar la operación de baipás del corazón de la ciudad. La apertura de la nueva calle en la Plaza Cervantes en una intervención de alto riesgo que puede tener secuelas importantes y ocasionar daños irreparables.Hay que tener arrojo para peatonalizar una vía como la calle La Mina, y valentía política para asumir las consecuencias de su resultado. Sin embargo, la demora ha minimizado el problema por la merma de actividad en calle, que se ha ido apagando en los últimos veinte años, y por ello los daños colaterales durante las obras han desaparecido. El mayor temor de esta intervención es el tráfico, la irrenunciable por impopular limitación a seguir cruzando el Centro. Este es el error del diagnóstico. No podemos seguir priorizando en el espacio público, y especialmente en los centros históricos, que las actuaciones sigan proyectándose desde la perspectiva del coche. Hay que seguir garantizando la accesibilidad y los servicios, pero no condicionar la estrategia a una mayor agilidad del tráfico rodado. Es tiempo de un urbanismo táctico reversible.

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