Alcalá se enfrenta a una nueva crisis económica. En este contexto global, en el que todavía no se ve el final de la pandemia provocada por el coronavirus, a la ciudad se le presentan nuevos retos y un camino por explorar. Hay que salir con vida de esta crisis económica que se concatena con la que se inició en 2008 y que todavía no se ha superado plenamente.El punto de partida es una ciudad con una tasa de desempleo entorno al 24%, con un tejido productivo debilitado por la fuga de empresas, con los polígonos mermados y con el comercio local muy deteriorado, especialmente en el Centro de la ciudad, donde decenas de locales comerciales se observan cerrados y donde el nuevo mercado de abastos La Plaza cerró por el abandono de la empresa concesionaria y la vandalización del edificio. Es justo decir, que en este contexto las cuentas municipales se han saneado e incluso existe un superávit de once millones de euros, un colchón que el gobierno municipal debe poner al servicio de la ciudad para que empresas y trabajadores salgan adelante en las mejores condiciones, y que el lastre que arrastren cuando vuelvan a producir, a vender o a servir sea el menor posible.

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