Los andaluces del Bajo Guadalquivir disponemos en nuestra habla de hasta tres personajes a los que podemos encargar todo aquello que no queremos hacer. Si, por ejemplo, usted no piensa votar el próximo 2 de diciembre, puede enviar a Sanani –«va a votar Sanani»–. En este caso deberá prestarle la tarjeta del censo a Sanani el de las Tortas, antiguo vendedor callejero jerezano cuya fama de tacaño produjo la expresión irónica «que te lo dé Sanani», una forma de negación que se extendió luego a las más variadas situaciones. El encargo de votar podría recaer también en Rita Giménez García, Rita la Cantaora, una artista flamenca en cafés cantantes madrileños que por poco dinero actuaba en cualquier parte, así que cuando un empresario pretendía contratar por cuatro perras se decía: «que vaya Rita la Cantaora». Aunque si prefiere algo más oficial, quizás debería personarse en el colegio electoral el guardia de la Campana, uno que, en vez de bracear sobre su plataforma en aquella plaza sevillana, dirigía el tráfico desde una taberna. ¿Pero a quién elegir? Sepa que Sanani está como una cabra: lo mismo vota a Podemos que a Ciudadanos. Rita la Cantaora, interesada en no quedar fuera de los circuitos artísticos, es del PSOE, de cuota y carné. Y el guardia de la Campana vota al PP con amor patriótico a su taberna. Usted verá. Pero si piensa votar a Vox, mejor vaya personalmente. A Vox no lo va a votar ni el Tato. O eso espero. 

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Soy filólogo y profesor jubilado de Secundaria. Ejercí muchos años en el «Cristóbal de Monroy». Participé en la reunión fundacional de La Voz de Alcalá y colaboro en este periódico desde 2006....