A continuación del molino de San Pedro, ya en término de Alcalá, aguas abajo de la junta de los ríos (desembocadura del Salado en el Guadaíra), la margen derecha de nuestro río puso límites por el Sur a las tierras de labor de Gandul y Marchenilla. Dos molinos harineros (La Torrecilla y El Rincón), no sabemos si desprovistos —como el de San Pedro— de la característica torre almenada de sus compañeros alcalareños, molieron para el señor del lugar, quien los consideraba dentro del mismo conjunto que sus molinos de cubo de la ribera de Marchenilla.

Del Molino de La Torrecilla no nos ha llegado ni rastro. Fue el primero en dejar de estar activo y, hasta tal punto carecemos de indicios para ubicarlo con exactitud, que sólo disponemos de ciertas referencias en el imaginario local. Parece cierto que se hallaba en las inmediaciones del puente de La Vega. La construcción primitiva y la que la sustituyó en la década de 1950 para acoger el intenso tráfico de la Base de Morón, no dejó huella arquitectónica visible.

Lo único cierto es que se encontraba por encima del molino de El Rincón, el que en el siglo XX se conocía como Molinillo Hundido. Manolo Troncoso, un alcalareño enamorado del Guadaíra, una tarde de verano nos llevó al Puente de la Vega para contarnos in situ que, antes de haber puente, entre sus familiares (labradores alcalareños en las tierras de la vega) este sitio se conocía como «La Zapata». Era el paso obligado hacia sus tierras, por el que cruzaban el río a diario. Además, sabemos que en las inmediaciones de este lugar, tocando la margen derecha, en Gandul, existió una haza conocida como La Torrecilla, sin que en ella se apreciase rastro de construcción. Frente, a la orilla izquierda, el mismo topónimo se aplicó a un cortijo. El desaparecido molino formaría parte de este contexto y, tal vez, pudo haber sido el origen del topónimo.

Francisco López Pérez, maestro de Educación Primaria, licenciado en Geografía e Historia, colaborador habitual en la presa local alcalareña.

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