Sandra nació así a las cinco de la tarde de un día frío de Santa Bárbara y, además, su madre ni lo notó. A la mañana siguiente Agustina ya estaba de pie en la habitación con la niña en brazos, vestidas para salir a dar un paseo y que a las dos les diera el aire. La vitalidad de Agustina era famosa en Sargadelos desde que era una cría. Su familia, conocida y estimada en la comarca hacía muchas generaciones, comprendió que era una auténtica Casal cuando anunció que se marchaba con su marido a la Argentina y que allí se instalarían para siempre como otros Casal y otros muchos gallegos habían hecho.

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