«Volver al origen no es retroceder», cantaba Macaco. Y que se lo digan a la actriz alcalareña Laura Toledo, que pisó por última vez las tablas del Gutiérrez de Alba siendo una niña y regresó al punto cero de su carrera como una profesional de la interpretación madura, consolidada y acumulando éxito por toda España con la obra de teatro La Voz Dormida. Laura Toledo interpreta a Pepita Patiño, una mujer real que sobrevivió a los abusos y a la barbarie de la Guerra de Civil. Murió en 2015 a los 91 años.

–¿Cómo es Pepita?

–Es una mujer que vive bajo el miedo y el terror. Se consideraba la más débil de la familia, pero es la que sobrevive porque se arma de coraje y valentía. Hace todo lo que hace porque tiene un motor ardiente, que es la fuerza del amor. Pero ella no conoce la fuerza que tiene. Me ha aportado unos valores increíbles, mucha humanidad y honestidad.

–¿Cómo has trabajado el personaje? Son 80 minutos de un intenso monólogo.

–Hice mucho trabajo de campo para conocer la historia, porque es real y no quería inventarme nada. Quería saber como lo vivió Pepita. He investigado no sólo a Pepita, sino a las mujeres de la época, las que vivieron la Guerra y la Posguerra. En los primeros ensayos, le decía al director que no entendía cómo Pepita podía aguantar tanto y hacer todo lo que hacía por amor, pero con el tiempo entendí que todos somos capaces en situaciones límites.

–¿La Voz Dormida ayuda a comprender el drama de las guerras?

– Doy voz a todas las mujeres, no sólo a las que vivieron el conflicto en España, porque es una historia universal. Al fin y al cabo, lo que vivieron las mujeres aquí es lo mismo que viven en Irak o en otras guerras.

–La Voz Dormida es la adaptación de un libro de Dulce Chacón, que ya ha sido llevada al cine y ahora al teatro. ¿El conocimiento de la obra ha supuesto una ventaja o una desventaja?

–Tenía miedo a la comparación. El personaje de Pepita en la película lo hizo María León, que incluso ganó un Goya. Ese miedo duró poco. María cuenta la historia desde su necesidad como mujer. Y yo la cuento con mis necesidades como mujer, ni siquiera como actriz. En el teatro es todo mucho más simbólico y durante la función lo vas entendiendo. Es una obra en la que contamos lo que pasó de verdad, pero traída al presente para que en el futuro no se repita.

– ¿Cómo ha sido el trabajo con Cayetana Cabezas en la adaptación y de Julián Fuentes en la dirección?

– Todo ha fluido. Ha sido un trabajo muy directo. Empecé con Cayetana la adaptación. Yo le proponía necesidades e ideas y ella ponía orden al caos. Julián se lo tomó como algo muy personal y yo también, y ahí encontramos un hilo de unión. Él es zaragozano y yo sevillana, hemos tenido que negociar algunas cosas, pero han sido fáciles.

–Y el personaje cordobés…

–Esa fue una de las primeras pautas de Julián. Él quería hacerlo con acento cordobés y yo quería ser lo más fiel a Pepita. A la función en el teatro de Córdoba, para sorpresa mía, asistieron una sobrina de Pepita, las monjas que la habían cuidado y amigas suyas. Me preguntaron si era cordobesa. Hablé con la sobrina y estaba tan emocionada que no podía ni hablar. Me dijo que estaba muy agradecida porque había logrado desconectar y ver a su tía. «Miras como ella».

–¿Cómo está funcionando la gira?

–Está teniendo aceptación. Pero sobre todo me quedo con que el público se vaya del teatro pensando. Ahora entienden mejor la Guerra Civil. Me importa más que un joven de 13 años me espere a la salida y me pregunte si esto pasó de verdad en España a una crítica teatral, con todos mis respectos a los críticos.

–¿Desde cuándo no actuabas en Alcalá?

–En realidad nunca he actuado en Alcalá. Hice cosas de pequeña, pero como profesional ha sido la primera vez. Me hizo mucha ilusión.

–¿Qué recuerdas de tus inicios en el teatro?

–Empecé como presentadora en el Gutiérrez de Alba y he vuelto a pisarlo después de 20 años. Lo que recuerdo es a una niña muy pequeña sin formación que se lo pasaba muy bien. Mi padre es muy carnavalero y me llevaba a presentar el carnaval. El teatro me tiene muy unida a él y a toda la familia.

–¿Qué relación tenías con Cesáreo Estébanez?

–Su muerte nos caló. Él fue una de las primeras personas que leyó en guión de La Voz Dormida y me aconsejó. Cuando la representamos en Sevilla no pudo venir a verla, y me dijo que «en Alcalá no se la perdía». Yo le esperaba allí. También era íntimo amigo del productor. La función fue un homenaje a él.

–¿Cómo ha sido el rodaje de la serie Bolivar para Netflix?

–Participo en la trama en la que Simón Bolivar está en España. Es una coproducción hispano colombiana.

–¿Qué diferencias has encontrado en esta producción con la de otras series españolas?

–Para mí todos los trabajos son iguales. Me dedico a contar la historia que tengo que contar y me centro en eso. Si hay más o menos dinero me da igual. Intento que mi trabajo sea de la misma calidad. Recuerdo que durante la grabación, los productores y directivos de Caracol Televisión fueron a ver La Voz Dormida. No creían que este tipo de obras tan real se hicieran en España. Quedaron muy sorprendidos.

–¿Crees que estás en el mejor momento de tu carrera?

–Como actriz estoy ahora mismo en un momento de peso. Hay entendimiento a la hora de enfrentarme a un trabajo. Tengo mucha necesidad por contar cosas y he conectado con esa necesidad. Eso te hace más humano. Se lo debo a La Voz Dormida. He dado un salto como profesional.

–¿Cómo te planteas el futuro?

–Con esta profesión no te puedes plantear muchas cosas. Con la obra hay para largo, está funcionando. Estoy en Madrid con una comedia, Polvorones. Además, tengo dos proyectos de teatro, uno de ellos muy potente.

Licenciado en Periodismo. Actualmente La Voz de Alcalá, Sevilla Actualidad y En Andaluz. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.

Deja un comentario