El pasado 10 de noviembre, unas 65 personas –pacientes con cáncer de mama, enfermeras y familiares– homenajearon a María del Carmen Delgado, cirujana y coordinadora de la unidad de mama del Hospital Virgen de Valme, con motivo de su jubilación. Realizaron una ruta por el parque Oromana, la Retama y las Aceñas. Durante la jornada, celebraron un almuerzo, le entregaron varios regalos y leyeron el texto que a continuación se reproduce:

Capítulo LV «De El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha»

Donde se narran las aventuras y desventuras de una noble doncella llamada María del Carmen Delgado Jiménez, más conocida por «Carmen», mujer sabia y prudente desde su infancia y que, dado a su buen linaje y sabia virtud, siempre supo disfrutar de la vida desde su más tierna infancia compaginando juegos y divertimentos con obligaciones y responsabilidades que la hicieron dama inteligente y alegre. Destacando en estos testimonios su noble buen hacer con las llamadas «Chicas rosas», que si bien no eran contemporáneas de las legendarias amazonas, eran tanto o mucho más valiosas y luchadoras que estas míticas mujeres, las chicas de UMAMA.

Cuentan que nació en la Mariana ciudad de Sevilla un día 24 de octubre del año 1954, aunque por despiste paterno inscribíola su padre un par de días más tarde, con lo cual ya comenzó nuestra amiga a ser mujer beneficiada con dos días más de vida.

Criose en los arrabales de Triana en la acaudalada y concurrida vía de la calle de San Jacinto, aunque ya en su madurez residió, pasando el puente, en la céntrica y piadosa calle del Amor de Dios. Hija del ubriqueño José y de la sevillana Carmen, era la tercera de cuatro hermanos Consuelo, Pepe, nuestra amiga y el pequeño Paco. En tan devota ciudad tocole estudiar en el religioso colegio de Cristo Rey, pasando a los bachilleres del trianero instituto Bécquer. Más no crean que fue nuestra heroína mujer religiosa y mojigata de rezos y falsos arrepentimientos, sino más bien lo contrario, ya que siempre fue dama de testimonios y ayudas al prójimo no preguntándole a nadie por sus credos y religiones. Desde muy joven tuvo, nuestra amiga, claro el cursar estudios de medicina y que ejercería no desde los despachos y las recetas, sino como cirujana de cuerpos y reconfortadora de almas. Su ambición no tuvo tintes materiales y de riquezas sino de saber que su profesión era útil y necesaria para los demás. Nunca fue mujer de horarios rígidos sino flexibles y adaptados a las necesidades del paciente. Podría haber tomado el fácil camino de las apendicitis y las piedras en la vesícula pero optó por el necesario y comprometido mundo del tabú llamado cáncer.

Compaginaba su profesión con gustos y aficiones viajeras así como de lecturas diversas y música, siendo una famosa pianista y gran admiradora de un trovador llamado Julio Iglesias. Mujer poderosa en cuanto a capacidad de tomar decisiones y ser reconocida por el don de mando y el carisma para liderar. Su mejor recompensa el cariño, afecto y reconocimiento de sus pacientes las denominadas «mujeres de rosa».

Nunca impuso credos ni ostentaba de saberes. Era mujer de «diálogo», cualidad que solo poseen aquellos que tienen en consideración al otro y saben dar tanto valor a las opiniones del prójimo como a la suya propia. En la duda de la toma de decisiones Carmen sabía tomar la última palabra siempre desde su gran conocimiento y con la humildad del sabio. En el quirófano irradiaba luz, seguridad y tranquilidad en ese difícil tránsito hacia un camino lleno de incertidumbres y a la vez de esperanzas, casi un hada madrina que estaba en los momentos donde la ayuda y la magia era necesaria. Inventose nuestra amiga unas rutas llamadas del Camino de Santiago descubiertas anteriormente por un grupo de enfermos del corazón «que no del amor» y pareciole bien a Carmen que sus luchadoras «Chicas de Rosa» se sumasen a tan lúdico acontecimiento siempre facilitado en su organización e infraestructura por extraordinarios caballeros colaboradores y expertos en senderismos y avituallamiento.

El camino era una excusa y gran oportunidad para que nuestras valientes «damas de rosa», compartieran experiencias, miedos, temores y alegrías, este camino se convertía en un espacio terapéutico y de crecimiento donde todas nuestras «amigas rosas» salían más fortalecidas de este ejercicio de compartir y sobre todo descubrían el saber disfrutar de las cosas pequeñas y hermosas que nos ofrece la vida, algo vedado a la mayoría de los humanos que gozan más con castillos en el aire y las riquezas materiales. Y aunque el apóstol les echaba una manita a las «chicas de rosa» era nuestra querida doctora Carmen, la auténtica Santiaga.

Y así fue como todas las «chicas rosa» aprovechando una ruta de entrenamiento precamino de Santiago, decidieron celebrar con su amiga, cirujana, reconfortadora y gran persona Carmen Delgado Jiménez un evento con la excusa de su jubilación laboral, inexacto dato pues nuestra camarada nunca se jubiló y retiró de esa hermosa profesión, ya que era vocación que no oficio y de esas cualidades de empatizar con el alma de sus pacientes y amigas, una no se jubila nunca.

Algo que todas agradecieron y en la hostería del «Bueno» en las rutas de los molinos de Alcalá de Guadaíra donde almorzaron y festejaron con la «Buena» el ser un grupo compacto y amante de la vida gracias a ese ser humano y gran hada madrina. Y pensaron en la suerte que tenían no solo ellas sino la familia, amigos y esos seres llenos de grandezas y carencias de la lejana Haiti, Malaui y otros lejanos lugares que también contaban con la desinteresada ayuda de la gran Carmen.

Comentan que durante décadas celebraron las incondicionales «amigas de Rosa» muchas fiestas y jolgorios con ocasión de bodas, bautizos, entrenamientos pre-caminos de Santiago y algún que otro divorciete. Y esto cuanto narro aconteció en un emocionante día 10 de noviembre del año 2018 en la hermosa villa de Alcalá de Guadaíra.

Autores: F. José Díaz –Paco Pepe–. Equipo de investigación y documentación: María José Rivero, Pilar Guardado, Consuelo Delgado y Charo, entre otros. Patrocinado por Manuel Castro Mármol. 

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