Redacción en la calle Conde de Guadalhorce a mediados de los 90. Lva

El Alcalá nació con las ideas claras. En su primer número publicó su ideario que, treinta años después, sigue vigente y cumpliéndose a rajatabla. El periódico aspiraba entonces a ser progresista, comprometido con la defensa del sistema democrático y las libertades públicas.

En su fundación, se señaló la especial sensibilidad por los derechos de las minorías y de los ciudadanos frente a las agresiones de cualquier tipo de poder, fomentando la libre iniciativa en cualquier ámbito de la actividad humana.

«El Alcalá se implicará en la defensa de la calidad de vida de los ciudadanos y denunciará las agresiones contra el equilibrio ecológico y el medio ambiente», sostenía el ideario. También asumía la identidad alcalareña del patrimonio local y del acervo cultural de su comunidad e intentaría favorecer el debate social de la ciudad».

Por último, el periódico rechazaba ya, en 1991, «la presión de cualquier persona, institución o grupo político, económico o religioso» que tratase de poner la información «al servicio de sus intereses». «Por ello cuenta entre sus objetivos la independencia informativa, la honestidad, el rigor y la no manipulación de sus contenidos». De esta manera, se sentaban las bases, posiblemente sin pretenderlo, de un longevo y riguroso proyecto periodístico.

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