El arzobispo Carlos Amigo Vallejo corona a la Virgen del Águila. Lva

Los meses e, incluso, los años de espera merecieron la pena. Ése era el testimonio que se repetía entre los devotos de la Virgen del Águila un día después de la coronación. Cuando la imagen ya se encontraba en la penumbra del santuario, sin el murmullo de la gente ni los flashes de las cámaras de fotos, los hermanos hicieron balance de los días vividos y el resultado era satisfactorio.

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