La Iglesia ha reconocido públicamente al joven alcalareño Francisco Miguel Martínez por sus años de dedicación y servicio en diversas tareas diocesanas. En el salón del trono del Palacio Arzobispal recibió la medallas Pro Ecclesia Hispalense de la mano de monseñor Asenjo Pelegrina. También fueron reconocidos sus compañeros Carmen Sainz, Carmen Hernández y José Leonardo Ruiz.

Francisco Miguel Martínez es un estrecho colaborador de la Vicaría General en varias causas para los santos, la ultima de ellas la relacionada con los mártires del siglo XX en la Archidiócesis hispalense. Martínez –Criado cerca de la calle Silos– ha sido, junto a su equipo de trabajo, uno de los artífices del éxito de visitas de la Catedral de Sevilla. Ha estado coordinando las visitas culturales al templo.

Este alcalareño, de apenas treinta años, entre otras tareas, se ocupa de que cada detalle –desde las colas hasta los mostradores, pasando por los trípticos o las audioguías– esté a punto en uno de los monumentos más atractivos del mundo y el más transitado de la capital andaluza.

La medalla es una copia de un pectoral de bronce de gran interés arqueológico encontrado en las inmediaciones de Sevilla, que debió pertenecer a un obispo o sacerdote de la época visigótica, en los tiempos en que rigieron sucesivamente la Archidiócesis los santos arzobispos Leandro e Isidoro. El medallón, en bronce, presenta en su anverso grabado en sencilla silueta el Salvator Mundi, según la iconografía de la época, con el cáliz eucarístico y el anagrama griego IHS –iota, eta, sigma-, primeras letras del nombre de Jesús. En el reverso se representa el chrismón, anagrama también griego de Cristo. Este medallón es, junto con el sarcófago paleocristiano de Écija, la antigua sede astigitana, el testimonio más antiguo de la Archidiócesis y por ello se ha elegido como símbolo en la medalla.

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