En todas las culturas del mundo existen fórmulas ritualizadas para expresar eso que llamamos verdades del barquero: esa verdad incómoda que todos conocemos pero nadie quiere oír. La figura del bufón era algo más que un payaso al uso: su función era emplear el humor para alertar al rey sobre informaciones que podrían ser peligrosas si el pueblo empezase a decirlas en serio. Y el carnaval es el reino pasajero de los bufones, que durante esta fiesta consiguen poner voz –y música– a la verdad popular. Este año la chirigota Los Quemasangre, en Cádiz, ha ejecutado un popurrí antológico, «Mama», una obra maestra que retrata como una pintura de Goya el tuétano descompuesto del esqueleto socialista en Andalucía. Porque aunque nadie lo diga en voz alta de febrero a febrero, la verdad carnavalera nos recuerda que, más allá del pulso Susana-Pedro, lo que tiembla en Andalucía es una red inconmensurable de flojos, mediocres y aprovechados que han pasado décadas viviendo de la sopa boba con el carnet del partido en la boca. Por mucho que los informativos serios nos hablen de broncas entre barones del partido, de pactos con o contra Ferraz, de comisiones ejecutivas y ejecuciones comitivas, aquí todos sabemos que el problema serio es que una jartá de gente puede tener que empezar a currar de verdad, sin ayudas, sin enchufes, sin atajos. Y esa verdad carnavalera, que no aparece en los telediarios, se va filtrando en la calle. Y poco a poco te vas enterando de la preocupación de Fulanito, que se le acaba el contrato en no sé qué fundación. Y del canguelo de Zutanito, que ya no sabe si entrará en la subcontrata de marras. Y uno, que por encima de todo es humano, no puede evitar sentir cierta empatía por la criatura que con cincuenta años tiene que aprender a buscar trabajo sin doping. Pero entonces, cuando estás al borde de la pena, te vuelves a acordar del Selu, y su chirigota, y su popurrí y su estribillo: «Mama, uuuhhh». 

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com

Si ya eres socio inicia sesión

Juan Soldado nace y muere en un punto indeterminado de la frontera mexicano-estadounidense, y poco después se instala en Alcalá con su familia. Sus intereses giran en torno a Alcalá, América Latina...