El otro día, en clase de Historia de España, una alumna de origen marroquí me preguntó por el show que el día anterior habían montado Vito Quiles y compañía en la Universidad Pablo de Olavide. Como soy dado a las peroratas y con demasiada facilidad se me hincha la yugular externa de moralina, conté hasta tres antes de posicionarme, pero debía hacerlo. Animado por lo que propone Emilio Lledó en Sobre la educación (2018), a la hora de educar «no se trata solo de poder decir, de poder expresarse, sino de poder pensar, de aprender a saber pensar para, efectivamente, tener algo que decir». Y, sobre todo, porque aquella interpelación manifestaba incertidumbre, miedo. Una reacción natural ante las amenazas de aquella turba infame, entre cuyas soflamas y arengas fascistas resonaba especialmente un grito de odio: «Moros no, España no es un zoo».
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